Menos de 300 kilómetros de distancia separan a las ciudades capitales de Dakar, Senegal, y Banjul, Gambia, en la costa Oeste de África. El tránsito fluye habitualmente entre las dos comunidades, pero para un niño gambiano que padece un trastorno de la coagulación, haberlos recorrido transformó su vida gracias a la Federación Mundial de Hemofilia (FMH).
Mutala Saidy es un niño de ocho años lleno de energía, originario de Banjul, Gambia. Después de la escuela, a menudo juega afuera con sus amigos. Pero hace poco no pudo hacerlo porque su rodilla empezó a hincharse luego de una hemorragia. Mafaal, su padre, lo llevó de inmediato al hospital. Diagnosticado con hemofilia A, su padre pensó con alivio que con el pasar del tiempo la condición de su hijo mejoraría. Sin embargo, la inflamación continuó y con ello el dolor que Mutala sentía. La incapacidad del médico para aliviar el sufrimiento de su hijo incrementó la desesperación de Mafaal por obtener ayuda para él. Una búsqueda en Internet lo llevó hasta Assad Haffar, director médico de la FMH, quien de inmediato sospechó que Mutala había recibido un diagnóstico incorrecto. Le preguntó a Mafaal si sería posible llevar a su hijo a Dakar, Senegal.