En Kenia, la circuncisión es un hecho profundamente arraigado en el tejido cultural del país. Un niño que no puede someterse al procedimiento, con frecuencia puede sentirse condenado al ostracismo por parte de sus compañeros, e incluso hasta por su propia familia. El Programa de ayuda humanitaria de la FMH está literalmente cambiando las vidas de los chicos con trastornos de la coagulación en Kenia, al proporcionar a los hospitales el factor de coagulación necesario para que puedan ser circuncidados de manera segura.
La circuncisión es un procedimiento común en África. En Kenia ‒que tiene la mayor población del continente a la que se realiza el procedimiento‒ se toma muy seriamente desde el punto de vista cultural, y tiene importantes implicaciones sociales. Como lo explica el doctor David Kiamani, urólogo del Hospital Nacional Kenyatta en Nairobi: “[La circuncisión] se considera un rito de inicio para pasar de niño a hombre… es necesaria para disfrutar de las ventajas de ser adulto, para poder casarse…” Alice Waswa, madre de un niño de 10 años con hemofilia, comenta sobre las ramificaciones de no someterse al procedimiento: Tiene que esconder el hecho de que su hijo no está circuncidado, para evitar que sus amigos lo condenen al ostracismo. Normalmente, su hijo habría sido circuncidado a esta edad, y a casi todos sus compañeros les han realizado el procedimiento.
El Programa de ayuda humanitaria de la FMH está ayudando a cambiar esta situación en Kenia. El Programa está muy activo en el país: En 2019 facilitó el donativo de cerca de 6 millones de unidades internacionales (UI) de factor. Desde 2015, el Programa ha proporcionado a Kenia aproximadamente 17 millones de UI de factor. Este factor ha permitido a los hospitales del país administrar tratamiento para hemorragias agudas e incidir en las vidas de los niños con hemofilia. Ahora, el Programa también está haciendo posible la circuncisión segura.